
La inteligencia artificial (IA) emerge como un catalizador de cambio en la educación básica, impulsando una reconfiguración del sistema educativo. Amy Eguchi, profesora en la Universidad de California en San Diego, destaca la necesidad urgente de integrar esta tecnología en las aulas con responsabilidad, preparando tanto a docentes como a estudiantes para los desafíos y oportunidades que presenta.
Con más de veinte años de experiencia en robótica e informática aplicadas a la enseñanza, Eguchi ha sido testigo de cómo las tecnologías emergentes pueden beneficiar a las escuelas. Su trabajo con competencias internacionales de robótica y proyectos educativos en comunidades de refugiados subraya el potencial transformador de la IA en la educación, aunque su adopción masiva enfrenta desafíos económicos y logísticos.
Eguchi enfatiza la importancia de abordar la IA en la educación desde tres perspectivas: su uso, su enseñanza y la comprensión de sus principios. Esto implica no solo dominar herramientas tecnológicas, sino también desarrollar un pensamiento crítico para tomar decisiones informadas sobre la integración de la IA en el entorno educativo, potenciando así el aprendizaje profundo y reflexivo.
Sin embargo, la integración de la IA en las aulas presenta desafíos significativos para los docentes, quienes a menudo se sienten presionados e inseguros acerca de su implementación. Eguchi aboga por una alfabetización en IA que incluya un acompañamiento profesional, asegurando que los educadores se sientan capacitados y confiados para utilizar esta tecnología de manera efectiva.
La experta sugiere que la introducción de la IA en la educación debe ser gradual y respetar tanto la privacidad de los estudiantes como las adaptaciones necesarias según el nivel educativo. Políticas claras y orientadas a la seguridad son esenciales para maximizar el potencial de la IA como aliada de la productividad y la creatividad en las aulas.
La llegada de la IA marca un punto de inflexión en la educación, desplazando el enfoque de la memorización hacia el desarrollo de habilidades críticas como el análisis y la verificación de información. Eguchi sostiene que esta transición facilitará un aprendizaje más reflexivo y autónomo, liberando a la educación de sus dependencias históricas.
La equidad en el acceso a la tecnología y formación es crucial para evitar que la brecha digital se amplíe. Eguchi recuerda cómo la introducción de computadoras y teléfonos inteligentes planteó desafíos superados con el tiempo, sugiriendo que la IA requiere el mismo compromiso de adaptación e inclusión.
Finalmente, Eguchi advierte sobre la importancia de una implementación ética y equitativa de la IA en la educación, destacando que su impacto debe ser intencionalmente positivo. La preparación de docentes y estudiantes es fundamental para maximizar los beneficios de la IA y mitigar los riesgos inherentes a esta revolución digital en las aulas.